GARY MOORE: GUITAR GODS (PARTE 4)


Por: Cinthya Bolado

A los 16 años ya era considerado un virtuoso de la guitarra, fue parte de bandas como Thin Lizzy, Collosseum II y Skid Row, fue inspirado por la música de gente como John Mayall y además de ser un gran guitarrista, tenía una gran voz.

Gary Moore, es por muchos, considerado como uno de los más grandes guitarristas nacidos en el Reino Unido y no es para menos, pues su gran habilidad para componer, tocar la guitarra, e interpretar, son únicos.

Moore creció escuchando el Rock N' Roll de Elvis, la locura de la fiebre Beatle y además le gustaba el Rock, sin embargo entre el Blues y este músico, había una conexión especial.

En la entrega pasada de Guitar Gods, dijimos que hay gente que indudablemente nace dotada de algún talento especial, o como se dice vulgarmente, que "lo trae en la sangre", no hay duda de que este podría ser el caso de Gary Moore, sin embargo, debemos decir que lo que hizo de Gary Moore un gran guitarrista fue  su trabajo constante y dedicación a su instrumento. Según una entrevista realizada a su compañero en Thin Lizzy, el baterista Brian Downey, aseguraba que en las fiestas post concierto o en el camino de una ciudad a otra durante el tour, en lugar de embriagarse o ir por todas las mujeres posibles, Gary estaba ideando que hacer en el siguiente álbum, componiendo rolas en su mente o hasta tocando la guitarra, lo cual resulta un poco difícil de creer al cien por ciento si tomamos en cuenta que la causa de su muerte fue la ingesta excesiva de alcohol, aunque claro de 1970 a 2011 es imposible seguir pensando igual o haciendo las mismas cosas.

El genio musical de Gary Moore no se quedó únicamente en las bandas ya mencionadas, Moore forjó una solida carrera como solista, en la que mostró al mundo que además de ser un maestro de la guitarra, era también un gran cantante.

Su primer álbum solista fue lanzado en 1973, casi un año después de que dejara Thin Lizzy, según la gente que convivió con él, Gary Moore era una especie de hiperactivo a la hora de crear música, es decir, que su cerebro no dejaba de crear y por ello es que podemos disfrutar de su música en infinidad de proyectos con los que trabajó o colaboró.


Desde mi punto de vista, lo más valioso de un guitarrista no es lo rápido que pueda tocar, o lo cara que sea su guitarra (Aunque Gary Moore tiene su propia firma con Gibson) Lo que hace sobresaliente el trabajo de una persona con este instrumento, ya sea sobre el escenario o desde un estudio de grabación, es transmitir sentimientos independientemente de lo difícil que sea la escala sobre la que se está trabajando, lo complicado que sea llevar cierto ritmo o que quieras lucirte con la rapidez de tus dedos frente a la audiencia.

Gary Moore tenía eso que hace valioso a un guitarrista. Sí, tenía buena técnica, podía tocar con velocidad, pero también sabía que no toda la buena música es veloz, o que no toda la música veloz es buena, que un par de notas tocadas a pocos beats por minuto pueden decir mucho más que cien.

La prueba de lo anterior está principalmente en todas las baladas que compuso, donde no se preocupó por otra cosa que por hacer Blues, hacer buen Blues en el que jamás escuchamos una guitarra pretenciosa que quiera ser el centro de la canción con frases imposibles de tocar, y que sin embargo lo logra, por algo está colocado en el uno de los pedestales más altos si hablamos de guitarristas.

Lily, uno de los hijos de Moore, después de la muerte del guitarrista, en Febrero de 2011 describió a su padre de esta manera: “Un hombre con camisas de colores, que poseía un toque infantil, que fue una inspiración para muchos y el tipo de persona que nunca podría olvidar."

Yo solamente puedo decir, que aunque tristemente nunca lo pudimos ver en México, a cuatro años de su partida, Gary Moore sigue teniendo el Blues.

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